A lo largo de los años, diversos movimientos psicológicos han intentado “tipificar” o clasificar al género humano.
“Una clasificación resulta muy útil si ayuda a recono- cer y a comprender diferencias de tipo que ya existen dentro del esquema de la naturaleza. Una clasificación que se base en divisiones artificiales, arbitrarias o superficiales ten- drá un valor práctico limitado y puede convertirse en un obs- táculo y en causa de distorsión de nuestra percepción de la realidad.” (*)
En la naturaleza vemos que las distintas formas van evolucionando para expresar arquetipos más importantes que, en sí mismos, son manifestaciones de las leyes universales. Estas leyes también son aplicables a las formas en que nuestras personalidades están organizadas como aspectos integra les e interdependientes de la naturaleza.
El contexto a partir del cual se desarrollan los modelos de la psicosíntesis es que cada Yo Superior tiene un modelo con ciertos atributos que sirve de guía para el desarrollo y la realización de cada individuo. El Yo Superior es un punto de enfoque coherente que cualifica y diferencia las energías universales a medida que se van individualizando. La personalidad es el campo en el que estas energías universales se hacen objetivas. El modelo para cada individuo describe la totalidad, es único, se desarrolla de forma adecuada (por ejemplo, en el tiempo) y, cualitativamente, afecta a la integración de la personalidad.
El esquema de los tipos de psicosíntesis proporciona un contexto para comprender más específicamente la diferen- cia entre estos arquetipos principales al manifestarse a través de los distintos niveles de la personalidad: a través de la mente, dando forma al propio modelo de pensamiento; a través de los sentimientos, afectando a la propia vida emocional; y a través del cuerpo, dando origen a las diversas formas de expresión física.
Los tipos sirven para alinear estos niveles y para integrar la personalidad como vehículo para la expresión del Yo. Aunque todas las personalidades respondan a las mismas leyes universales o arquetípicas, cada camino individual es particular. Cada uno es un complejo único de atributos o tipos altamente diferenciados que se entremezclan, se com- pensan y se equilibran y, juntos, contribuyen a crear el mosaico de la propia vida. El valor que tiene la comprensión de los tipos radica en ver que, objetivamente, son energías calificativas en lugar de energías definitivas. Cada uno tiene una nota o color distintivo que le da forma desde el interior. Son principios de limitación así como de expansión, que dotan al individuo de oportunidades a lo largo del camino de la Auto- rrealización.
Creo que la clave no se encuentra en determinar cuáles son los tipos, sino más bien en cómo responde cada indi- viduo frente a los tipos que le afectan. Un estudiante, cuya mente era de tipo Creativo-Artístico, dijo: “Es un gran alivio comprender el modelo de mi pensamiento. Siempre experimenté grandes conflictos al poder ver las dos caras de cada cuestión, teniendo que escoger entre una u otra. Ahora me doy cuenta de que, incluyendo ambos lados, en mi pensamiento hay armonía y belleza en lugar de caos y confusión.”
Y otro que vio que sus sentimientos eran de tipo Devoto afirmó: “Siempre he sido intensamente leal y me he visto empu- jado a atarme a las ideas de otras personas, lo que ha altera- do mi discernimiento. Resulta muy útil ver que esa energía emocional unidireccional me puede servir para retener las ideas intuitivas que entreveo, mientras construyo o determino las formas apropiadas para su expresión. Noto que tengo un mayor grado de elección en lo referente a cómo respondo ante la estructura de mi vida.”
Joan I. Evans Editora
* “El Acto de Voluntad” R. Assagioli – Apéndice 5, La Psicología Diferencial.